ZIPOLITE, México — Cuando el sol comienza a deslizarse hacia el océano en este idílico pueblo ubicado en la costa del Pacífico, inicia una silenciosa migración.
Grupos de personas, la mayoría de ellos hombres homosexuales, muchos de ellos desnudos, caminan por la playa hacia un peñasco elevado.
Suben por una escalera sinuosa, cruzan el acantilado y bajan a una cala oculta conocida como Playa del Amor. Cuando el sol se convierte en un orbe anaranjado, el cielo se torna lila, y los numerosos cuerpos desnudos, negros y bronceados, curvilíneos y cincelados, se cubren con una pátina dorada.
Cuando finalmente se sumerge en el agua, la multitud estalla en aplausos. “Playa del Amor al atardecer; la primera vez que lo vi, de verdad, me dieron hasta ganas de llorar”, dijo Roberto Jerr, un hombre de 32 años que visita Zipolite desde hace cinco años. “Es un espacio en el que puedes ser muy libre”.