MADRID — En España ha vuelto a usarse el verbo “tolerar”, uno que parecía habíamos desterrado para hablar de las vidas heterodisidentes, por escaso, por parecerse demasiado a “soportar” y por ser un verbo aún alejado de otro mucho más preciso, “respetar”.
Pero ha vuelto porque es un poco mejor ser tolerado que ser asesinado. El 3 de julio, en una ciudad de Galicia, una turba golpeó brutalmente a un joven, Samuel Luiz, al grito de “maricón”.
Había estado de fiesta con sus amigas y al salir de la discoteca decidieron hacer una videollamada a otra compañera. De repente, alguien gritó: “Paras de grabarnos si no quieres que te mate”.