Durante el segundo día de la convención anual de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA, por su sigla en inglés), en 1972, ocurrió algo extraordinario.
Mientras los psiquiatras reunidos, en su mayoría hombres blancos con trajes oscuros, ocupaban sus lugares en las innumerables sillas del salón Danés en el Hotel Adolphus de Dallas, una figura disfrazada se coló desde los pasillos del fondo.
En el último momento, atravesó una cortina lateral y ocupó su lugar en la parte delantera de la sala. El público dejó escapar un suspiro de sorpresa.
El aspecto del hombre era grotesco. Su rostro estaba cubierto por una máscara de goma de Richard Nixon y llevaba un esmoquin estridente que le quedaba muy grande y una peluca de cabello muy rizado.