Mateo parece ser un chico adolescente promedio, al menos en su apariencia externa y amor por el fútbol, como es conocido el “soccer” aquí.
Pero, él mantiene una profunda parte personal de sí mismo. “mi verdadero yo”, lejos incluso de sus amigos más cercanos y familia, solamente despojándose de su capa protectora en sus incursiones de fin de semana a La Zona Rosa de la Ciudad de México, un vecindario que es el centro de la vida LGBTQ en la capital mexicana, a una hora y media de distancia de Tizayuca.
Mateo es gay y su familia es homofóbica como lo son muchos de sus amigos locales y conocidos en Tizayuca, donde él vive. El estrés y la angustia de ser gay pueden ser a veces abrumadores, dice, aunque subrepticiamente puede escapar estando en casa cautivado viendo contenido LGBTQ en Netflix y otras plataformas.
Aún con esto, Mateo dice que ahí están esos momentos en los cuales no sintió nada más que desesperación, impotencia y en donde no hay nadie con quien hablar.