En el Día Mundial de Salud Mental es relevante recordar una de las luchas actuales de las comunidades LGBT+ para vivir plenamente su identidad sin que su salud sea puesta en riesgo: la erradicación total de las mal llamadas “terapias de conversión”.
Se trata de una tarea global que requiere, en lo local, de liderazgos políticos y sociales que impulsen normas y políticas públicas que enfrenten esta problemática de manera directa.
Las mal llamadas “terapias de conversión” son todas aquellas prácticas que buscan cambiar la orientación sexual o la identidad de género de una persona LGBTIQ.
Pueden desarrollarse a través de actividades de contenido religioso, tratamientos psicológicos o psiquiátricos, etc. El sustento para estas prácticas está científicamente desacreditado hace mucho tiempo: que el ser lesbiana, gay, bisexual o transgénero es una enfermad, un defecto o algo que debe de ser cambiado.